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¡Hablen al corazón de Jerusalén!
¡Díganle a voz en cuello
que ya se ha cumplido su tiempo,
que su pecado ya ha sido perdonado;
que ya ha recibido de manos del Señor
el doble por todos sus pecados.»

Una voz clama en el desierto:

«Preparen el camino del Señor;
enderecen en el páramo
una calzada a nuestro Dios.(A)
Que todo valle sea enaltecido;
que se hunda todo monte y collado;
que se enderece lo torcido
y que lo áspero se allane.

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